Ubicada en el punto medio entre el Oriente Próximo y el rico valle del Indo, la antigua Persia (como se le conoció hasta 1935 a Irán) es una región rica en historia, cultura y experiencias. Desde la Antigüedad, Persia obtuvo un enorme poderío en la zona, lo que se tradujo en una exuberante cultura que se expresa en una de las arquitecturas más hermosas de Oriente Medio. De tradición islámica, las hermosas mezquitas iraníes son adornadas con la escritura árabe. La caligrafía árabe es considerada como un arte por sí sola.

Su riqueza atrajo a numerosos grupos. Su línea histórica se remota hasta el comienzo de la civilización con Mesopotamia y la fuerte influencia babilónica en la zona, la célebre invasión griega con las campañas de Alejandro Magno que promovió la helenización de la cultura persa, hasta llegar a la mezcla con árabes y turcos durante la Edad Media. Todos esos contactos dejaron huella en las obras persas, que han llegado a nuestros días para contarnos la historia de la Humanidad y cómo la mezcla cultural produce riqueza y, sobre todo, belleza.

Junto a la capital, Shiraz es otra ciudad emblemática que va a cautivar tus sentidos. El Palacio Niavaran fue la residencia del sha antes de su exilio y hoy está convertido en un museo que muestra la vida imperial de la Persia del siglo pasado. Cerca de esa ciudad se encuentran las ruinas de Persépolis que son un viaje directo a los tiempos de Alejandro Magno. Sin escatimar en halagos, los jardines de Shiraz van a provocar encanto en ti, en especial en famoso Jardín Eram. La gastronomía iraní es similar a la árabe, con quebab de pollo o cordero, arroz blanco con carne y verduras y el plato nacional: el dizi, una combinación de alubias, verduras y carne.

No hay que mentir, la modernidad no ha llegado completamente a Persia y eso le da el toque especial a su visita. Una cápsula del tiempo que nos permite conocer la vida del mundo musulmán a mediados del siglo pasado. Una cápsula que merece ser descubierta por un viajero en busca de magia.