Durante siglos, incontables caravanas viajaban de Oriente a Occidente transportando lujosos artículos, sorteando la imponente aridez del desierto y los inclementes vientos helados que precedían a las nevadas, que más tarde cubrirían las montañas y culminaban en el extremo oriental del Mediterráneo. Un trayecto que se popularizó debido a la cantidad de telas finas y sedas que transitaban por este, ganándose el nombre de La Ruta de la Seda.
Pero, no solo fueron objetos los que viajaban a través de esos 6,400 km, sino ideas y filosofías, budismo e islamismo fueron los polizontes que se conectaron a través de los transportistas que llevaban consigo la premura de comunicarse y propagar artículos y pensamientos que tardaban años en llegar a su destino. Roma y China fueron los escenarios donde se escribió la historia del comercio de los grandes lujos, una referencia mítica a la opulencia que incita dirigirse hasta su punto de partida, donde todo comenzó: China.
Acompáñanos en esta travesía por los sitios que vieron cobrar vida a esta antigua ruta.
Beijing, entre bóvedas y altares
Una de las más grandiosas obras de Beijing que vio pasar a decenas de comerciantes en la ruta de la seda es el Templo del Cielo, construido en 1420 y utilizada tanto por la dinastía Ming como por la Qing para adorar cosechas durante la primavera y agradecer al cielo por los frutos durante el otoño. Fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Se localiza al sur de Pekín, dentro del parque Tiantan Gongyuan, y está rodeado por un par de murallas que simbolizan la tierra y el cielo, el templo en sí es una serie de edificios que se conforma por el Salón de oración dedicado a la buena cosecha, un altar circular y la bóveda imperial del cielo.
El lugar emana belleza y hace un guiño a las vibraciones sonoras en el muro del eco, que rodea la Bóveda, una construcción circular de 60 metros de diámetro. Ahí una persona puede colocarse en un punto aleatorio del muro y su voz podrá ser escuchada con absoluta claridad en el punto opuesto, debido a que el sonido viaja haciendo un recorrido por la pared.
Pekín, del aislamiento a la opulencia
En el corazón de esta ciudad se encuentra la Ciudad Prohibida, uno de los símbolos más poderosos del pasado dinástico en la historia de China, así como probablemente el más grande conjunto de palacios del mundo. Su nombre es revelador, se debe a la vida opulenta y excéntrica de la que gozaba el emperador en la corte.
Un día como cualquier otro, el emperador decidió autoexiliarse, pero no olvidó llevar consigo al insuperable gabinete conformado por sus ministros, concubinas y respectivos eunucos al servicio de ellas. Dicho encierro se llevaba tras exquisitas puertas y deliciosas murallas. Una manera nada modesta de proclamarse en aislamiento absoluto, está claro que palabras como ermitaño, independiente o monogamia no existían en sus diccionarios.
Xian, la paz occidental
Esto es lo que significa el nombre de esta capital de la provincia de Shaanxi en China, famosa mundialmente por el hallazgo en sus tierras de los guerreros de Xian y pocos saben que se ubica en el extremo oriental de la Ruta de la Seda.
Se calculan más de 8,000 soldados encontrados en Xian con un tamaño que rebasa al de una persona occidental promedio, portando uniformes ah-hoc al rango que desempeñaban y aunque pareciera increíble, ninguno es igual al otro, cada uno posee características distintas, es decir son irrepetibles y pese a ser un verdadero ejército de estatuas en color terracota, es visible la megalomanía de Qin Shihuang Di, el primer emperador de China, ya que se asegura no todos han sido expuestos y faltan otros miles por desenterrarse, mientras tanto se buscan técnicas innovadoras que permitan extraerlos sin dañar su ornamentación y pintura original, que desaparece por efectos de oxidación apenas unas horas después de ser desenterrados.